CARTA AL PRIMER AMOR

Los saludos a esta altura están de más así que pasaré a lo importante sin más, de golpe, como el día en que llegaste a mi vida.

El primer amor, ese que nunca se olvida y vuelve a nosotros cada cierto tiempo a recordarnos que antes hubo alguien más. Es como si hubiese algo que nos uniera y no podamos nunca dejar de pensar en el otro aunque amemos a otros nombres, aunque besemos a otros labios y a pesar de eso nunca podamos estar juntos por que en el fondo se trata de eso, de que el primer amor sirva para aprender, para enseñarnos lo que es el amor y suframos y nos duela y nos cause una alegría finita, para estimularnos el paladar como preparándonos para el plato principal. Por eso hay tanta química, tanto fuego, tanta sed. Porque siempre es estimulante aprender, porque nos emociona lo nuevo hasta que deja de serlo.

Pero la vida cabrona como ella es, lo maldijo de forma que nuestro primer amor quede marcado en una pequeña esquina de nuestro corazón, lo suficientemente profundo, lo suficientemente grande como para que de vez en cuando, en un pequeño latido, recordemos su nombre hasta que la cicatriz se borre y eso solo lo cura el tiempo y ya sabemos todos como eso funciona.

Se intenta, una y otra vez se intenta y te haces daño y lloras como nunca y te sientes cada vez más rota por que duele, porque no quieres aceptar que no se pueda, pero es así. Hay tantos sentimientos, tantas cosas que no se cuentan, tanto de algo a lo que no puedes ponerle nombre, que no se puede. Hay demasiado de todo y no se puede, no se puede con tanto porque no es el destino, porque su nombre no está dibujado en las líneas de tus manos más que como tu primer amor. Algo que debe ser pasajero, algo que tiene fin y por más que duela, duele menos que estar juntos.

Lo siento cielo, hace días que quiero escribirte, pero no podía ni puedo del todo aún. Al principio no podía evitar sentir la culpa recorriendo mis venas cuando tus ojos aparecían en mis sueños y un sentimiento al que no podía ponerle nombre se instalaba en la boca de mi estómago, no dejándome tragar la confusión y el pesar. Pero ahora por fin puedo ponerle nombre a lo que sentía y eso me reconforta por que no entendía ese sentimiento que me comía por dentro y me hacía sentir tan perdida. Pero ahora lo sé, no te quiero ni quiero que vuelvas, solo tengo saudade y puede que extrañe tu recuerdo y el olor de tu pelo, pero no te quiero. Solo siento con dolor en el pecho el regusto semiamargo del primer amor, de lo que fue pero ya no es.

Lo siento cielo, pero el desamor siempre dolerá y donde hubo amor siempre habrá saudade.

LPS

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